30.11.10

Bitácora- 0.01

Entre la niebla parida por la estación, bajamos del tren a tienta manos, el tiempo apremia. Recorrimos despacio la parte más pobre de Budapest observando sin atención los grandes pero vaciós escaparates de las tiendas. Uno de ellos llamó mi atención, habría de medir entre 5 o 6 metros de largo y quizás 3 de alto, enorme, imponente; en él se exhibían los estragos de la crisis: una licuadora, una falda rosa a juego con una camisa blanca y un par de botas de nieve, nada más. Cuanto espacio desperdiciado, pensé.

Seguimos caminando, un aliento trás otro, una hora trás otra, Silencio.

Hipnotizados por el paraje grisaseo mi cabeza evocaba la voz rasposa de Diego el Cigala, que sentencias tan terribles condenamos y cumplimos, los recuerdos para un viajero son el equipaje más pesado...

Para no recordar, cante con mi mejor voz alta Nothing else matters... el frío me congelo la lengua.

1 comment:

  1. Eso me ocurrió en Praga visitando unos barrios nada turísticos.
    La pobreza estaba en los escaparates.

    Saludos.

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